DISCRIMINACIÓN

“Me siento discriminado” – “Eso es discriminatorio” – “Discriminación racial” … Son todas expresiones en la que se usa el concepto de discriminación, pero en sentido sólo negativo.

 

¿Es malo discriminar?

 

Discriminar es normal. Todos lo hacemos todo el tiempo.

Una cocinera, cuando elije los ingredientes para una comida “discrimina” cuáles son los que más sirven, los que le dan el gusto que ella quiere a su receta.

Discriminar es normal; significa distinguir una cosa de otra, decidir lo que quiero de lo que no quiero, separar lo bueno de lo malo, lo útil de lo inútil, etc.

Todos discriminamos todo el tiempo, porque todos elegimos; elegimos que ropa me voy a poner, que voy a comer…

En necesario discriminar porque es necesario elegir entre dos o más posibilidades: si necesito jugadores de básquet o de volley, no los voy a buscar entre personas de 1,40 metros de altura… Discriminar es ver las diferencias y elegir en base a las diferencias.

 

¿Cuándo es malo discriminar?

 

El problema es cuando al notar las diferencias nos damos el derecho de decidir quién es mejor y quien es peor… No sólo si es lindo o feo (eso puede ser subjetivo) sino si es bueno o malo.

Porque eso significa emitir un juicio que muchas veces es un prejuicio.

Lo que no tenemos derecho a hacer no es a discriminar, sino a prejuzgar y condenar por prejuicios.

 

Circula por ahí, un video donde le preguntan a diversos niños, de unos 10 años, que opinión tienen de dos muñecos, uno blanco y rubio, el otro moreno y de pelo rizado. Se les pregunta “¿Quién es bueno y quién es malo (o rico y pobre, o inteligente y tonto…)?”  Pero también se les pregunta “¿quién merece tener suerte en la vida y quién nunca va a hacer nada bueno?” Las respuestas son aterradoras y se pueden imaginar … Peor: a una niña morena, se le preguntó a cuál de los muñecos se parecía ella: “al rubio, porque tiene los ojos blancos como los míos”…

Eso es discriminar por prejuicio porque es interpretar a partir de convicciones totalmente subjetivas que no siempre corresponden a la realidad objetiva. Así, por ejemplo, si un coche procede en zigzag, decimos que el conductor está borracho, y no que quiso evitar a un niño (al que no habíamos visto) que corría a buscar la pelota.

Discriminar SÍ, pero prejuzgar NO.

 

No siempre sabemos o vemos objetivamente, sino que muchas veces interpretamos a partir de nuestros prejuicios lo que le sucede al otro.

Las personas afectadas por el VIH son particularmente víctima de esa tendencia al prejuicio. En cuanto se conoce su situación, pocos son los que se detienen a pensar en cual es su situación de vida. En eso está lo equivocado y dañino de la discriminación: en que juzgamos sin apelaciones y, por eso mismo, condenamos.

Aquí, además del prejuicio, entra en juego la ignorancia que, por suerte ha sido superada, en muchos casos.

Recuerdo haber estado en una casa para enfermos de Aids, en los años ’70, donde varios colaboradores voluntarios pasaban una temporada. El personal de la casa comía habitualmente con los infectados, mientras que algunos voluntarios sólo lo hacían en un lugar separado … ¿Prejuicio?  ¿ignorancia?

El prejuicio y la ignorancia son causa de discriminación irracional y la raíz de muchos problemas sociales y humanos. De ahí nace el racismo, el abuso del más fuerte, el rechazo hacia el más débil, el desprecio del que tiene capacidades diferentes…

Podríamos seguir con ese listado que injusticias que no sólo las personas sino también los grupos sociales, cometen y hacen víctimas a otros.

Lo peor es que, además, muchas veces nos sentimos con derecho a actuar así … y a seguir durmiendo con la consciencia tranquila.

Sacerdote Angel Recalcatti